Se trata de NEMO, un vehículo submarino autónomo (AUV) que puede navegar hasta 500 metros de profundidad llevando instrumental variado para la exploración marina. Su arquitectura abierta permitirá realizar tareas en diferentes ámbitos de las ciencias marinas: recursos marinos, riesgos geológicos, arqueología submarina, conservación de hábitats marinos o monitorización de reservas naturales.
Un estudio del CSIC constata que las zonas donde no se puede pescar están contribuyendo a la recuperación, en pocos años, de especies como la merluza, una de las más vendidas y de mayor interés comercial en el Mediterráneo. La reserva favorece especialmente a los individuos juveniles y contribuye a un aumento de sus capturas alrededor de la zona donde se prohíbe pescar.
Esta molécula, desarrollada y patentada por el CSIC, reduce la cantidad de productos químicos necesarios para el blanqueamiento del papel y proporciona una alternativa más respetuosa con el medio ambiente.
Científicos del IDAEA -CSIC han desarrollado el primer método que permite hacer un doble cribado para detectar en una sola muestra la presencia de seis polímeros y 29 aditivos, y lo han validado en un proyecto en el Delta del Ebro, tanto en agua dulce como salada. Ahora trabajan para aplicarlo a otras muestras ambientales y humanas.
Científicos del CSIC han desarrollado biocatalizadores que funcionan como herramientas biotecnológicas para la biodegradación aeróbica y anaeróbica de o-ftalato (PA), contaminante orgánico persistente detectado en el medio ambiente, y su bioconversión en polímeros biodegradables de valor añadido. El avance consiste en la generación de casetes genéticos recombinantes y unas células hospedadoras bacterianas para contenerlos.
El pasado 1 de septiembre arrancó el proyecto europeo FutureMARES, que está financiado por el programa H2020 de la UE y busca proporcionar soluciones social y económicamente viables basadas en la naturaleza, es decir, en los ecosistemas y los servicios que estos proveen, para la adaptación y mitigación de los efectos derivados del cambio climático en los ecosistemas marinos.
Científicos del Instituto de Recursos Naturales y Agrobiología de Sevilla, en colaboración con la Technische Univeristät Berlin, han empleado cascarilla de arroz, un producto de desecho del cultivo del arroz que se produce abundantemente en España, como filtro para la eliminación de contaminantes orgánicos en plantas potabilizadoras de agua. El proceso genera filtros más eficientes que los carbones activos comerciales.
Expertos del Instituto de Ciencias del Mar (ICM) de Barcelona han diseñado un dispositivo biodegradable para pescar atunes que podría llegar a sustituir a los de plástico que se utilizan actualmente. La iniciativa forma parte de un proyecto en colaboración con la International Seafood Sustainability Foundation (ISSF), que busca hacer más sostenibles las prácticas de explotación pesquera.
El proyecto MER-CLUB, en el que participa el Instituto de Ciencias del Mar del CSIC en Barcelona, busca desarrollar una tecnología basada en el uso de bacterias marinas para la degradación de un compuesto tóxico del mercurio para mejorar la calidad del medio marino. Una sustancia que se acumula en los sedimentos marinos y se incorpora a la red trófica.
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