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Última actualización: 21/05/2025 15:05

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Miguel Angel Mateo: “Proteger el 30% de nuestro planeta permitiría que las agresiones en el resto puedan repararse”

Se ha creado el primer grupo español de expertos ecosistemas de carbono azul (G3ECA), con el objetivo de proteger la vegetación litoral acuática. El carbono azul hace referencia al CO2 que es capturado por los ecosistemas costeros, básicamente praderas marinas, manglares y marismas. Aunque cubren menos del 2% de la superficie del mar, entierran hasta el 50% del carbono marino en sus sedimentos y lo pueden retener durante milenios. Hablamos con Miguel Ángel Mateo, investigador del CSIC en el Centro de Estudios Avanzados de Blanes (CEAB) y coordinador del G3ECA junto con Fernando Brun (Universidad de Cádiz).

Miguel Angel Mateo, en el centro de la imagen, trabajando con su equipo hace unos días en el muestreo de praderas submarinas, en Portlligat (CEAB-CSIC)Miguel Angel Mateo, en el centro de la imagen, trabajando con su equipo hace unos días en el muestreo de praderas submarinas, en Portlligat (CEAB-CSIC)

El G3ECA nace con un doble objetivo: informar a las administraciones públicas sobre el papel de estos ecosistemas y sus implicaciones en las estrategias nacionales en la lucha contra el cambio climático, y asesorar, apoyar y realizar proyectos de conservación y restauración implicando al sector privado en la misión. La existencia de mercados voluntarios de carbono, en los que se podrían monetizar esos proyectos mediante la certificación de créditos de carbono, abre un camino para ello.

Miguel Angel Mateo ha estado estos días muestreando con su equipo, el Grupo de Ecología de Macrófitos Acuáticos, las praderas de Posidonia oceanica en Portlligat, la icónica cala de Cadaqués (Cap de Creus, Girona). Quizás por eso la conversación ha derivado, casi inevitablemente, hacia las praderas marinas y la posidonia.

Se calcula, explica Mateo, que cada año “se pierde entre el 1 y el 7% de praderas marinas en todo el mundo, lo que equivale a cientos de miles de campos de fútbol”. Según datos de 2020 del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (UNEP), las praderas marinas cubren unos 300.000 km2 en todo el planeta; y unos 1.619 kilómetros cuadrados en España, según el "Atlas de las praderas marinas”.

En el caso de praderas de posidonia, las pérdidas anuales en el Mediterráneo podrían estar entorno al 1%, aunque, puntualiza Mateo, es un valor muy difícil de establecer debido a la falta de estudios en una importante sección de sus costas.

“Cada año se pierden hasta el 7% de las praderas marinas del mundo, lo que equivale a cientos de miles de campos de fútbol”

¿Qué habéis hecho estos días Portlligat?

Hemos trabajado en el desarrollo de una metodología nueva para inventariar la cantidad de carbono azul almacenado bajo los fondos de la bahía, en el marco del proyecto europeo Effective. Para ello estamos colaborando con la empresa GPA-Seabots, quien pone a disposición del proyecto varios drones flotantes autónomos, capaces de cartografiar el suelo y el subsuelo de la bahía con una rapidez y precisión sin precedentes. Además del inventario, estos desarrollos permitirán realizar el seguimiento de la evolución de las praderas de forma más frecuente y menos costosa, así como evaluar el impacto de las anclas sobre la pradera, previo a la instalación de boyas ecológicas. 

¿Cómo ha nacido este grupo de expertos y cómo lo definiría?

Es una consecuencia natural de la expansión de esta línea de investigación, que ha tenido un crecimiento exponencial durante la última década. El grupo surge ante la evidencia de que hay una buena masa crítica de expertos en carbono azul en España y que unir esfuerzos puede ayudar a obtener mejores resultados. Recientemente hemos solicitado una Red de Investigación a la Agencia Estatal de Investigación con el objetivo de oficializar este grupo y mejorar nuestra capacidad de informar a las administraciones públicas y a las empresas sobre todo lo relacionado con el carbono azul, desde el inventariado hasta los mercados de carbono.

Actualmente somos 30 miembros, especialistas en áreas muy diversas que van desde la ciencia básica hasta la socioeconomía y los mercados de carbono. El G3ECA se define por tanto como un grupo multidisciplinar con vocación de ofrecer soluciones para ayudar a la conservación de nuestro patrimonio natural costero y con ello a la mitigación del cambio climático, al tiempo que contribuyendo al crecimiento económico y al bienestar de la sociedad.

¿Qué acciones puede realizar el sector privado en este campo con vuestra ayuda?  

Principalmente, acciones para conseguir una mayor protección de los ecosistemas marinos de carbono azul y, en algunos casos, restaurarlos. Participando en estas acciones, las empresas no sólo compensan parte de sus emisiones de CO2 y ayudan a mitigar el cambio climático, sino que contribuyen a cumplir sus estrategias de responsabilidad social corporativa y a mejorar su reputación. Ejemplos concretos de acciones serían la instalación de campos de boyas ecológicas en zonas turísticas con elevada incidencia de fondeos de embarcaciones de recreo sobre praderas marinas, la recuperación de marismas desecadas o salinas abandonadas, o la replantación de bosques de manglar. Gracias a la existencia de mercados voluntarios de carbono, esta protección y restauración podría monetizarse mediante la certificación de créditos de carbono, ayudando a financiar una parte del coste de las acciones.

Participando en estas acciones, las empresas no sólo compensan parte de sus emisiones de CO2 y ayudan a mitigar el cambio climático, sino que  contribuyen a cumplir sus estrategias de responsabilidad social corporativa y a mejorar su reputación.

¿Cómo se pone un precio a esa capacidad de captación de CO2? No parece fácil

Para bien o para mal, la función concreta de captura y almacenamiento de carbono por parte de los ecosistemas de carbono azul es fácilmente traducible a un valor económico. Cada tonelada fijada por estos ecosistemas, tras una acción de restauración, o cada tonelada que ha dejado de emitirse desde ellos, tras una acción de protección, tiene un precio definido por los mercados voluntarios de carbono, sujetos, como todo mercado, a las leyes de la oferta y la demanda. Lo que no es fácil ni económico es la ejecución de los proyectos de restauración o conservación ni la posterior certificación de la eficacia de tales proyectos para conseguir la certificación de los créditos de carbono. Esto es especialmente cierto en el caso de las praderas marinas por estar sumergidas.

¿Hay más acciones que pueda realizar el sector privado con vosotros? Pienso, por ejemplo, en la reducción del impacto de actividades que dañan los fondos marinos, como la pesca de arrastre.

Además de las mencionadas antes relativas a los fondeos ecológicos y a la recuperación de marismas y repoblación de manglares, uno de los objetivos del grupo es discutir internamente posibles acciones que puedan ayudar la conservación de los ecosistemas de carbono azul. Irían encaminadas a la protección y mejora del hábitat como, por ejemplo, mejorar la transparencia de las aguas costeras. Se puede entrever la diversidad y potencial de acciones que se pueden llevar a cabo para proteger nuestro “patrimonio azul” costero.

En cuanto a la pesca de arrastre, hay que señalar que ha sido el mayor responsable de la destrucción de praderas marinas en España en el pasado, y lo sigue siendo aún en muchos lugares del Mediterráneo y en otros mares del planeta. A pesar de que hace años que la pesca de arrastre está prohibida en España a profundidades inferiores a los 50 metros [las praderas se hallan en fondos de hasta 40 metros], aún se sigue practicando de forma ilegal en algunas comunidades.  Una vez que se destruye una pradera, la pérdida es, virtualmente, para siempre, ya que tardan entre décadas y siglos en recuperarse.

Aunque se pudiera documentar la destrucción de praderas debido a prácticas ilegales de pesca de arrastre, dado que su evitación es una obligación por ley, aunque se lograse imponer la obligación y se detuviera por completo la destrucción, se consideraría una evitación de emisiones “no adicional”, y por tanto no susceptible de ser certificada como créditos de carbono. La manera más eficaz de combatir la pesca de arrastre ilegal es la instalación de biotopos que entorpezcan las maniobras de los arrastreros.

Los estudios indican que las praderas marinas retiran entre el 0,8 y el 2% del CO2 que emitimos cada año los humanos. No parece un porcentaje muy elevado. ¿Puede ponerlo en contexto?

El contexto no es ni más ni menos que ese. Del total de emisiones globales anuales, los ecosistemas terrestres (bosques y suelos) capturan el 29%, los océanos el 26% y el restante 45% se acumula en la atmósfera. De ese 26%, los ecosistemas de carbono azul son responsables de una pequeña parte. Aunque no es un porcentaje desorbitado, no podemos permitirnos el lujo de perder esa capacidad de retención. Y es muy importante recordar que la captura y almacenamiento de CO2 es solo uno de los muchos otros servicios de ecosistema que nos prestan los ecosistemas de carbono azul (ECA), entre ellos, la protección de la erosión costera, ser foco de biodiversidad, filtro de contaminantes, o base de cadenas alimentarias de nuestras costas.

¿Qué impactos tiene la desaparición de praderas de posidonia?

La destrucción de praderas de posidonia debe considerarse virtualmente irreversible. Las prácticas de repoblación de praderas son efectivas en algunos casos, pero siempre extremadamente costosas. Esto hace que su implementación no pueda plantearse para grandes extensiones. El impacto es muy elevado.

El valor económico de cada hectárea de posidonia que se pierde es muy complejo de establecer, habiendo estimaciones que oscilan entre las decenas de miles y los millones de euros. La pérdida de servicios asociados incluye la reducción en las capturas de especies de interés comercial, la mayor vulnerabilidad de nuestras costas, como edificaciones, paseos, vías ferroviarias o playas, así como la pérdida de la calidad de las aguas y del atractivo turístico, como las aguas transparentes y las arenas blancas. También hay un agravamiento del calentamiento global, ya que hay una reducción de la capacidad de captura de carbono y la reemisión de CO2 milenario.

La pérdida de servicios asociados a las praderas marinas incluye la reducción en las capturas de especies de interés comercial, la mayor vulnerabilidad de nuestras costas, como edificaciones, paseos, vías ferroviarias o playas, la pérdida de la calidad de las aguas y del atractivo turístico (...). También hay un agravamiento del calentamiento global, ya que hay una reducción de la capacidad de captura de carbono y la reemisión de CO2 milenario.

Robots utilizados para monitorizar las praderas submarinas, en el último muestreo en Portlligat, el pasado agosto. Imagen: CEAB-CSIC.Robots utilizados para monitorizar las praderas submarinas, en el último muestreo en Portlligat, el pasado agosto. Imagen: CEAB-CSIC.

¿Se ha contabilizado la extensión de ecosistemas de carbono azul que se pierde anualmente?

A pesar del aumento exponencial del interés y del esfuerzo de estudio de los ECA, sigue habiendo grandes extensiones del planeta sin información sobre la abundancia o ni siquiera la presencia de estos ecosistemas. Sin ir más lejos, se estima que casi la mitad de las costas del Mediterráneo tienen poco o nada estudiada la distribución y abundancia de praderas marinas, en particular, de las profundidades no visibles a los drones y los satélites.

Las últimas estimaciones hablan de tasas de pérdida global durante los últimos 20 años, en torno al 0,28% y al 1,58% para marismas y manglares, respectivamente. Para praderas marinas, la estimación es más complicada y se cifra en hasta el 7% de destrucción a finales del siglo XX. Se ha estimado también que desde principios del siglo XVIII se habría perdido entre el 20% y el 30% de toda la cobertura de praderas marinas del planeta. Desde los años 80, en el caso de España, la especie de planta marina más afectada ha sido Cymodocea nodosa, con tasas de pérdida entre el 10 y el 15%. Por su parte, Zostera nolti habría experimentado una ligera recuperación, entre el 1 y el 2%. Posidonia ha experimentado un decrecimiento neto de poco más del 1%, y se aprecia estabilidad o recuperación cada vez en más lugares, sin duda gracias a las leyes de protección y a los esfuerzos de sensibilización de biólogos y asociaciones conservacionistas. Lamentablemente, en los 40 años anteriores, desde 1960 hasta 2000, se habría perdido entre el 13 y el 50% de su extensión total, extensión que tardará mucho tiempo en recuperarse. Con toda probabilidad, una de las principales causas habría sido la pesca de arrastre.

En el caso de las marismas, en España hemos perdido el 60% de su extensión desde principios del siglo XIX. Dado que se consideraban zonas insalubres, se procedía a su desecación y en algunos casos a su urbanización o a la creación de salinas. Actualmente están estables o en recuperación, con el objetivo de que al menos el 50% de las aún existentes haya mejorado de aquí a 2030.

¿Cómo monitorizan esa pérdida?

La evolución de la extensión de marismas y manglares se monitoriza mediante imágenes aéreas, tanto a baja altura como desde satélites. El seguimiento en el caso de las praderas es más complicado y costoso porque son ecosistemas sumergidos. A ciertas profundidades, la observación mediante sistemas ópticos no es posible. La evolución de la extensión de las praderas se estudia comparando la extensión y densidad del hábitat entre una campaña de cartografiado y otra. Dado que el límite profundo de las praderas es especialmente vulnerable al deterioro de las aguas costeras, una práctica habitual es balizar este límite y medir si la pradera avanza o retrocede en relación a ese límite de un año a otro. Esta comprobación la hacemos buceando.

Las nuevas y más accesibles tecnologías, como drones aéreos, satélites, o drones flotantes y sumergibles, equipados con sistemas de sonar, fotografía y vídeo, están facilitando mucho la labor respecto a años anteriores y permitirán un seguimiento más frecuente, preciso y a menor coste tanto de praderas marinas como de marismas y manglares.

“Actualmente solo un 8% de nuestros mares está protegido”

Se dice que no podemos saber cómo eran los ecosistemas marinos prístinos. Si se plantea la restauración de los ecosistemas a su estado original ¿cuál sería la meta?

La pristinidad es un concepto retórico si no se le da un marco de referencia. Se define como lo “primero, primitivo, original”. Cuando hablamos de restauración de ecosistemas nos debemos centrar en objetivos alcanzables que aseguren su funcionalidad y resiliencia, es decir, debemos decidir nosotros a qué estado anterior aspiramos a devolver el ecosistema.  En general, esa “virginidad” o pristinidad, se entiende como un estado previo a impactos humanos significativos. A efectos prácticos, la meta suele ser recuperar el área de ecosistema perdido por causas antropogénicas identificadas o por eventos naturales catastróficos. Se ha estimado que proteger el 30% de nuestro planeta permitiría que las agresiones en el resto pudieran repararse.

Cuénteme alguno de los proyectos más inmediatos del grupo.

La actividad más actual de nuestro grupo se centra en dos proyectos europeos iniciados recientemente. Uno es el European Coastal Blue Carbon, financiado por la Agencia Espacial Europea. En este proyecto, GAME es responsable de poner a disposición nuestra extensa base de datos, publicados y no publicados, sobre las reservas de carbono azul en la biomasa y el suelo de praderas marinas y marismas en España y en algunas zonas del resto del Mediterráneo, así como de sus tasas de acumulación. Emplearemos modelos Regression Boosted Tree para obtener mapas espacialmente explícitos del almacenamiento de carbono azul en España y Francia, inicialmente. Este proyecto finaliza en 2027.

En el proyecto Effective, nuestro grupo lidera el objetivo de cartografiar tridimensionalmente las praderas marinas para inventariar las reservas de carbono azul empleando vehículos autónomos flotantes y sumergibles dotados de sondas acústicas superficiales y sub-superficiales. Los trabajos, en modo piloto, se están realizando en la bahía de Portlligat, en el Cap de Creus. Este proyecto finaliza en 2026.

Mercè Fernández / Comunicación CSIC en Cataluña

 

Para saber más:


Grupo Español de Expertos en Ecosistemas de Carbono Azul (G3ECA) https://g3eca.com/

Recent trend reversal for declining European seagrass meadows https://www.nature.com/articles/s41467-019-11340-4

Protección del 30% del planeta. “Why we’re committing to 30 x 30”. https://www.nature.org/en-us/what-we-do/our-priorities/protect-water-and-land/land-and-water-stories/committing-to-30x30/

Proyecto Effective: “Potenciando el bienestar social y la prosperidad económica mediante el refuerzo de la gestión de la protección y la restauración de áreas marinas protegidas mediterráneas.” https://effective-euproject.eu/

Proyecto European Coastal Blue Carbon https://esa-coastal-blue-carbon.eu/