Laura Recasens es investigadora del grupo de investigación Ecología y Conservación de los Recursos Marinos Vivos del Instituto de Ciencias del Mar (ICM-CSIC), un grupo que tiene como objetivo proporcionar una base científica para el uso sostenible y la conservación de los recursos marinos vivos y sus hábitats.
La investigadora del ICM-CSIC, Laura Recasens, en una imagen reciente.
Su investigación, realizada dentro del marco del Instituto Catalán de Investigación para la Gobernanza del Mar (ICATMAR), un órgano de cooperación entre la Generalitat de Cataluña y el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), a través del Institut de Ciències del Mar (ICM-CSIC), se centra principalmente, aunque no de manera exclusiva, en el mar Mediterráneo y la costa catalana, un área donde muchos estocs pesqueros - la merluza, la cigala, la gamba... - están sobreexplotados.
¿Cómo gestionar los recursos marinos y revertir esta situación?
Existen diversas soluciones que ya se están aplicando. Una de ellas es reducir los días en los que las flotas pueden pescar, implementando unos períodos de veda. Otra, que es la que intentamos impulsar desde ICATMAR, es mejorar la selectividad de las artes, es decir, hacer que la malla no pueda capturar a los organismos pequeños y sólo se puedan pescar los que tienen ya un cierto tamaño. Y una tercera serían las reservas pesqueras, que pueden ser de dos tipos: temporales, que protegen a la zona sólo durante una fracción del ciclo vital de la especie en concreto; o permanentes, que protegen todo el hábitat durante todo el año y, por tanto, nunca se puede pescar. En el caso del litoral catalán, todas son permanentes.
¿Cuántas hay actualmente en Cataluña?
Ahora mismo, publicadas en el BOE, existen veinte reservas que suponen una superficie protegida de 462 km2. Para darte una idea de su extensión, sería el equivalente a la superficie de Andorra. Todas ellas se encuentran a cierta profundidad, la mayoría entre 80 y 400 metros, por lo que son zonas a las que sólo acceden pescadores profesionales. Hay otras reservas más litorales, como las Islas Medes, por ejemplo, que son zonas que deben tener en cuenta otros actores como los submarinistas o la pesca recreativa, aparte de los pescadores profesionales.
¿Cómo se decide dónde se crea una reserva pesquera?
En Cataluña las reservas pesqueras funcionan con un modelo de cogestión, es decir, se crean en base a un acuerdo, principalmente entre nosotros, como comunidad científica, y la cofradía de pescadores, pero también con la administración pública y las ONG. Como aquí las barcas van y vienen del puerto y generalmente pescan “delante de casa”, lo que se hace es hablar con cada cofradía para ver qué especie les interesa proteger y pactar la zona en la que se dejará de pescar.
¿Los pescadores están satisfechos con la creación de estas reservas?
Sí. Al final, lo que quieren ellos es que haya más peces para pescar más. Así, crearlas conjuntamente es lo mejor que puedes hacer, porque entienden cómo actúan, por qué se hace, cómo beneficiarlas... y así también las respetan. Si no lo ven positivamente, lo que puede pasar es que vayan allí y pesquen, aunque no se pueda. Pero no se está dando ese caso. Están contentos y algunos incluso piden ampliarlas.
¿Cómo las monitoreáis para saber si están siendo efectivas?
Al tratarse de reservas permanentes, nosotros no podemos acceder a su interior para comprobar si las especies se recuperan, pero existen dos métodos para monitorizarlas: el primero, indirecto, que consiste en ir alrededor de la reserva y ver qué capturas se hacen ahí y si hay un gradiente de mayor a menor a medida que nos alejamos de la reserva; otro método, directo, consiste en enviar robots submarinos al interior de la reserva para que filmen cuál es su estado.
Se debe actuar y mejorar el sistema de explotación. Al final no sólo la pesca afecta a la biodiversidad, sino también el cambio climático, las pocas lluvias... y si una población está más sana también podrá responder mejor a estos cambios
¿Los resultados muestran algún beneficio?
Bueno, las reservas marinas que hay en Cataluña son muy recientes. Para poder analizar científicamente si cumplen con su función debe pasar un mínimo de diez años y de momento muchas sólo tienen dos o tres. En las reservas más antiguas, que son las de Roses y Palamós, sí se ha visto un incremento de biodiversidad, algunas especies dan signos de ‘spillover’, es decir, de exportación de biomasa fuera de la reserva, pero todavía es temprano para sacar conclusiones. Sin embargo, confiamos en que sí.
Por tanto, ¿estamos a tiempo de recuperar estas especies?
Yo creo que sí. Ante todo, porque antes de que una especie desaparezca, su pesca habrá dejado de ser rentable y los humanos habremos dejado de explotarla, pero, sin embargo, se debe actuar y mejorar el sistema de explotación. Al final no sólo la pesca afecta a la biodiversidad, sino también el cambio climático, a través principalmente del incremento de la temperatura del agua del mar, las pocas lluvias... todo esto afecta a la biodiversidad y si una población está más sana también podrá responder mejor a estos cambios.
Mireia Ayats
Ejemplos de alianzas entre pescadores, científicos, Administración, industria y las ONG
La cogestión de los recursos pequeros implica la colaboración de pescadores, científicos, Administraciones, industria y organizaciones ONG. Entre los éxitos destaca el caso del ‘sonso’ (lanzón), el primer plan de cogestión pesquera en Cataluña, que implicó a la Administración, pescadores de sonsera, científicos y ONG, y que les valió el Premio WWF al Mérito de Conservación en 2013.
Otro caso es el de la gamba roja de Palamós. Frente a una situación pesquera crítica, la Cofradía de Palamós, en colaboración con equipos del Instituto de Ciencias del Mar (ICM-CSIC), adoptó cambios como el uso de una red que reduce la captura de individuos pequeños, la modificación de las redes de arrastre para que no tocaran el fondo marino, la reducción de horas de pesca y la limitación en la potencia de los barcos. El resultado ha sido un aumento de las reservas pesqueras y una reducción notable en el índice de sobrepesca.
De forma similar, se ha demostrado que las medidas adoptadas por los pescadores de Roses (Girona) han contribuido a la recuperación de la merluza europea (Merluccius merluccius) en el Mediterráneo. Laura Recasens fue una de las investigadoras del ICM-CSIC implicadas en este proyecto que R+D CSIC recogía en este artículo.
Según una información del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación de finales de 2023, la red de reservas marinas en España está formada por 12 espacios protegidos que suman más de 105.000 hectáreas. A lo largo de los años “se ha demostrado la buena convivencia entre la pesca artesanal y la buena conservación y protección de los recursos naturales y la biodiversidad”, dicen fuentes del ministerio. Es fundamental el apoyo de las cofradías de pescadores, que son “parte fundamental de todo el proceso”.
Más recientemente, la International Seafood Foundation (ISSF) ha publicado su informe anual de 2023, que recoge los logros de la organización hacia una pesca de atún más sostenible, especialmente a través de la colaboración con los atuneros, los pescadores y otros socios de la industria.
M. Fernández