Hay un gran esfuerzo en la investigación y síntesis de nuevas moléculas, esfuerzo que se malogra si se “pierden” esas moléculas porque no sirven al objetivo buscado. Eso es lo que busca la nueva Quimioteca del CSIC: preservar y valorizar las moléculas sintetizadas en los diferentes laboratorios del CSIC y que pueden ser útiles para otros usos inexplorados.
La Quimioteca está distribuida en tres sedes: el Instituto de Química Avanzada de Cataluña (IQAC), en Barcelona; el Instituto de Química Médica (IQM), en Madrid, y el Instituto de Investigaciones Químicas (IIQ), en Sevilla. El proyecto busca fomentar la colaboración y agilizar el descubrimiento de nuevas moléculas con actividades biológicas o terapéuticas, y está englobado en la Plataforma Temática Interdisciplinar Salud Global (PTI+ Salud Global).
La Quimioteca, que ha sido presentada en un acto en Madrid, persigue preservar y valorizar las moléculas que se han sintetizado en los diferentes laboratorios del CSIC. Y es que hay compuestos que, tras haber sido probados, tienen que ser descartadas porque no sirven al objetivo inicial buscado. Pero esas mismas moléculas pueden ser útiles para otros usos inexplorados. En ese sentido, esta biblioteca química recopila, organiza, clasifica, y almacena los compuestos químicos producidos por los científicos, para ponerlos a disposición de otros grupos. Así se preservan moléculas originales que han sido completamente sintetizadas, purificadas y caracterizadas.
Actualmente, entre las tres sedes, la Quimioteca reúne más de 4.300 moléculas, todas sintetizadas por científicos del CSIC y no disponibles comercialmente. Son en su mayoría moléculas pequeñas, pero también se están incorporando moléculas de mayor tamaño como péptidos y derivados de ácidos grasos, algunas de las cuales ya tienen actividades biológicas descritas.
Carles Martínez, quimiotecario en el IQAC-CSIC, explica que la Quimioteca está en plena expansión, y se espera incorporar más grupos, institutos y más moléculas. “La intención es colaborar en el futuro con otras entidades de investigación y con empresas, para lo cual se están preparando los procedimientos y documentación legales”.
Entre los objetivos está el establecimiento de proyectos de colaboración entre los diferentes grupos de investigación de diferentes ámbitos, e impulsar la redacción de nuevas patentes e impulsar proyectos de colaboración con empresas interesadas en ensayar las moléculas.
El origen de la Quimioteca se remonta a la pandemia de la Covid-19, cuando desde la Plataforma Temática Interdisciplinar Salud Global se vio la necesidad de disponer de un banco de moléculas bioactivas para probar contra el coronavirus. Ahora, apunta Carles Martínez, la Quimioteca hace cribaje para otras muchas dianas.
Existen otros proyectos internacionales similares, como la Dk-Openscreen, de Dinamarca, una plataforma y colección de moléculas para ensayos biológicos; la quimioteca nacional de Francia ChemBioFrance, o la EU-Openscreen, un consorcio europeo de infraestructura de investigación (ERIC) sin fines de lucro para la biología química y el descubrimiento temprano de fármacos.