Un grupo de investigadores del CSIC ha desarrollado una nueva terapia celular que podría tratar la isquemia y el fallo renal. Se basa en la aplicación de un tipo concreto de células, procedentes del propio paciente, y que habrían sido modificadas para sobre-expresar una proteína que evita la inflamación y estimula la regeneración celular. De esta forma se evitaría los daños de la isquemia que pueden conducir a la necrosis celular y al fallo del órgano. Los ensayos del tratamiento, que ya ha sido patentado, están en fase pre-clínica.
Los daños por isquemia en los órganos aparecen cuando hay falta de irrigación sanguínea, y son básicamente inflamación y muerte celular. Esta falta de oxígeno puede dañar bien todo el órgano bien sólo partes. En cualquiera de los dos casos, tratar y recuperar el órgano que ya está muy dañado es algo imposible, así que las estrategias terapéuticas que se investigan apuntan a la vía del tratamiento precoz: como intervenir de forma temprana para detener la inflamación y la muerte de las células antes de que el órgano colapse. Estas terapias se destinarían a un amplio abanico de situaciones médicas, ya que la isquemia, la falta de oxígeno, se da en muchos casos. Desde el trasplante de órganos hasta cualquier patología de origen isquémico.
Un grupo de investigadores del CSIC ha desarrollado una terapia que permitiría una actuación temprana sobre la isquemia y que está basada en la modificación y la aplicación intravenosa de macrófagos, células del sistema inmunitario que provendrían del propio paciente. La terapia se ha investigado, por el momento, sólo para riñón, pero los investigadores creen que podría aplicarse para otros órganos.
Los macrófagos son células peculiares, explica Georgina Hotter, investigadora del CSIC que lidera este proyecto. Tienen muchas funciones, como la de fagocitar patógenos, presentar antígenos al sistema inmunitario, participar en la coagulación de la sangre o potenciar la inflamación. En este último caso, además, “pueden expresar sustancias para potenciar la inflamación pero también para hacer exactamente lo contrario”. Una de las sustancias que expresan los macrófagos y que provoca este segundo efecto es la proteína NGAL.
Un banco de células modificadas
Los investigadores han modificado macrófagos y monocitos (precursores de los macrófagos) para que sobre-expresen la proteína NGAL. Y lo que han visto es que una vez modificado y aplicado por vía intravenosa un grupo suficiente de estas células, éstas acuden al lugar donde se está produciendo la inflamación, la reducen y estimulan la regeneración celular. La investigación, desarrollada sobre roedores con fallo renal agudo, mostraba que en todos los casos había una recuperación y se evitaba el fallo del órgano.
La investigación está lejos de poder ser aplicada – aun están en la fase preclínica- y de momento sólo se ha probado en el caso del riñón. Pero las expectativas son considerables. De funcionar, se evitaría el fallo renal y tener que llegar a intervenciones más agresivas como el trasplante o la diálisis.
Las células modificadas, macrófagos o monocitos, procederían del propio paciente, con lo cual no se plantean problemas de rechazo, y sería como un tratamiento de células dirigidas hacia el lugar concreto donde deben actuar. Como la modificación de los macrófagos no es instantánea (se requiere alrededor de una semana), el tipo de terapia que se plantean podría ir en la línea de tener un banco o depósito de esas células. De esta forma, en el caso de pacientes de riesgo, se podrían tener sus células preparadas y almacenadas, lo que permitiría una intervención rápida en caso de fallo renal agudo.
Enlaces externos: Proyectos de investigación sobre la isquemia del mismo grupo