Un proyecto persigue reactivar el sector industrial de la lana

Investigadores del CSIC participan en un proyecto europeo Life para desarrollar una planta piloto que permita un lavado de lana en circuito cerrado, más económico y sin residuos, y que recupere los sub-productos de la lana de interés comercial.

 

Proceso de lavado de lana en una fábrica.En la producción de lana, la fase de lavado tiene como inconvenientes un gran gasto de agua y una alta carga de contaminantes (detergentes y residuos de la lana)  que van a parar al agua residual, cuyo tratamiento es muy complejo y costoso. Por cada kilo de lana limpia, se producen alrededor de 17 litros de aguas residuales, con una elevada carga contaminante (materia orgánica, un importante contenido en detergentes y una cantidad variable de micro-contaminantes).

“El gran gasto de agua y la normativa vigente, muy estricta en cuanto a contaminación, ha hecho que muchas de las empresas de lana que existían en España y en Europa se hayan desplazado a otros países”, explica Maria Luisa Coderch, profesora de investigación del CSIC en el Instituto de Química Avanzada de Catalunya (IQAC). “El lavado acuoso de la lana, única tecnología disponible actualmente, supone la generación de aguas residuales con gran carga contaminante. En este sentido, las pocas empresas europeas de lavado de lana existente tienen serias dificultades para sobrevivir en el mercado global, ya que los elevados costes de tratamiento de los efluentes las hace poco competitivas”.

Con el objetivo de hallar un proceso más competitivo que pueda reactivar este sector en declive, investigadores del Instituto de Química Avanzada de Catalunya del CSIC y del centro tecnológico LEITAT, en cooperación con las empresas RMT y Peinaje del Rio Llobregat, están colaborando en el desarrollo de una planta piloto que permita un lavado de lana más económico y que no genere aguas residuales.

El proyecto, que responde al acrónimo de WDS (de Eco-Efficient Dry Wool Scouring with Total By-Products Recovery), surgió a iniciativa de la empresa RMT. Coordinado por el centro tecnológico LEITAT, el proyecto tiene un presupuesto de 3 millones de euros, de los cuales el 50% está aportado por la UE, en el marco del programa Life, que financia proyectos de preservación del medio ambiente y que contribuyen a la aplicación de la política y el Derecho en materia medioambiental.

Cerrado y sin vertidos residuales

El proceso que están desarrollando es un circuito cerrado de lavado en seco, basado en el uso de disolventes, por lo que el gasto en agua quedaría reducido en un 90% respecto al sistema convencional de lavado. El proyecto se centra en maximizar la eficiencia de recuperación de los diferentes componentes de la lana de esquila: lana, lanolina, y polvo de lana y obtener así subproductos valiosos como la lanolina y el polvo seco.

Maria Luisa Coderch, que coordina el grupo del IQAC participante en el proyecto, explica: “La lanolina tiene un alto valor añadido en el mercado y el polvo de la lana es conocido como un buen fertilizante de liberación lenta y rico en potasio. La grasa de lana (lanolina) y polvo de lana serán recuperados evitando, de esta forma, su descarga en los efluentes residuales y eliminando la necesidad de los complejos y caros tratamientos de las aguas residuales.”

Los científicos han calculado que se obtendría una reducción de un 40% en el coste de producción

El lavado en seco de la lana permite además, dicen los científicos, obtener una lana más blanca, con menor contenido graso (la lanolina se extrae casi en su totalidad) y con una fibra más abierta, lo que da un aspecto más suave y esponjoso.

No es la primera vez que se plantea el uso de disolventes para el lavado de la lana, aunque es una opción que no se acababa de implementar porque los propios disolventes suponen un problema de contaminación. La novedad de este proyecto está en el tipo de planta piloto que se quiere diseñar: totalmente cerrada, donde los disolventes se reutilicen y no se viertan residuos (de forma que el riesgo ambiental desaparece).

Los científicos han calculado que se obtendría una reducción en el coste de un 40%, lo que incluiría la reducción en agua y energía, la reducción en gestión de residuos, y los posibles beneficios de ingresos por la venta de sub-productos (lanolina y polvo de lana).

 

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