Plásticos más seguros, duraderos y que no desprenden ftalatos

Investigadores del CSIC han desarrollado un procedimiento para obtener un PVC más seguro, duradero, y que no 'desprenda' ftalatos. El desarrollo se basa en la modificación de los plastificantes dialquil ftalato o dialquil isoftalato, para que reaccionen químicamente con el polímero y queden unidos de forma permanente. El proceso, ya patentado, puede aplicarse en todos los ámbitos de PVC blando, y es de especial interés para aplicaciones biomédicas y juguetes. Su implementación a la industria es sencilla.

Un alto porcentaje de los materiales basados en PVC (policloruro de vinilo, un polímero) contiene como aditivo determinados plastificantes que se incorporan en el material para hacerlo más flexible y más fácil de procesar. El problema es que, con el paso del tiempo, estos aditivos pueden migrar del material. Esto no sólo supone que el plástico pierde sus propiedades y se deteriora sino se dispersan en el medio ambiente unos compuestos, los ftalatos, potencialmente dañinos.

Los ftalatos son los plastificantes más usados en el PVC y pueden suponer más del 50% de la formulación total empleada. Desde hace muchos años existe una gran controversia sobre el uso de los ftalatos ya que se sabe que son dañinos para la salud humana. En el caso de material clínico (catéteres, bolsas de sangre...) o de juguetes infantiles blandos, como mordedores, la migración de los ftalatos a la superficie facilita su entrada en el organismo humano. Por esta razón, hace pocos años las administraciones sanitarias europea y estadounidense pusieron limitaciones al uso de ftalatos y prohibieron su uso en los juguetes blandos destinados a niños menores de tres años.

Un anclaje químico permanente y seguro

Un grupo de investigadores dirigidos por Helmut Reinecke, del Instituto de Ciencia y Tecnología de Polímeros del CSIC, ha desarrollado un procedimiento para obtener un PVC más seguro y duradero, que evita que los ftalatos migren. El desarrollo se basa en la modificación del dialquil ftalato (DOP) o dialquil isoftalatos, dos de los plastificantes más utilizados, para que reaccionen químicamente con el polímero y queden unidos de forma permanente. Los investigadores han comprobado que con este "anclaje químico" los ftalatos quedan enlazados a la estructura interna del polímero y que la migración es nula incluso si el plástico es sometido a altas temperaturas o radiación. Una de las pruebas a las que han sometido el nuevo plástico, explica Helmut Reinecke, es la de ponerlo en contacto con un disolvente (heptano) que normalmente sirve para extraer los ftalatos del polímero en poco tiempo. "Incluso en esas circunstancias no se produce migración de ftalatos", explica este experto.

El procedimiento es aplicable a cualquier tipo de PVC y supone una forma de obtener materiales plásticos más seguros para la salud y para el medio ambiente. Su implementación es sencilla dado que se puede incorporar al polímero en disolución y por procesado reactivo en una extrusora o, también, puede reaccionar eficazmente con el PVC en suspensión acuosa. El nuevo material resultante tiene una resistencia térmica superior a los PVC convencionales -los nuevos plastificantes actúan como estabilizantes térmicos- y mantiene inalteradas sus propiedades con el tiempo.

La lista de variedades de ftalatos es numerosa y sus efectos sobre el medio ambiente y la salud varía en función de la molécula: si del dialquil ftalato (DOP) se ha demostrado que tiene efectos cancerígenos, de otros ftalatos (como los DEHP, DBP y BBP) se sabe que son perjudiciales para la capacidad reproductiva o para el hígado (esto último, en el caso de los compuestos DINP, DIDP y DNOP). Normalmente, las cantidades de ftalatos incorporadas en los plásticos están limitadas a unos niveles tolerables para la salud, y las administraciones sanitarias han prohibido determinados compuestos que son especialmente nocivos. No obstante, los plásticos acumulados en vertederos o arrojados sin control al entorno siguen siendo un problema de difícil solución, ya que desprenden ftalatos que acaban dispersándose por el medio ambiente y repercuten en las aguas, los organismos acuáticos, los animales, las plantas... Es en este sentido que el desarrollo del equipo de Reinecke hace los plásticos doblemente seguros: no sólo evita la migración de los ftalatos durante la vida útil de los plásticos y mantiene constantes sus propiedades originales, sino también después, cuando el plástico ha sido desechado.

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