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Dificultades y retos en la creación de empresas 'spin-off'

¿Cómo se crea una spin-off? Los artífices de Gem Imaging, empresa valenciana de base tecnológica, nos explican cómo han hecho ese proceso. Nacida de la alianza entre investigadores del Instituto de Física de Partículas del CSIC y un empresario, la empresa produce y comercializará pronto mini-cámaras de gammagrafia.

La primera mini-cámara de gammagrafia del mercado, desarrollada con la 'spin-off' Gem Imaging. "Si se quiere que las empresas de base tecnológica salgan adelante hay que seguir el ejemplo del MIT [Massachussets Institute of Technology]", afirman José Maria Benlloch y Daniel Peris, investigador del CSIC y empresario respectivamente que se han unido para crear la empresa spin-off Gem Imaging.

En el MIT se han generado numerosas empresas creadas por los investigadores, las llamadas 'spin-off'. No tienen una formula universal, sino que estudian cada caso y se adaptan los instrumentos a las necesidades de cada proyecto. "Y parece ser que les funciona, porque si una empresa funciona les sirve para recuperar lo invertido en las 9 anteriores", explican Benlloch y Peris.

Si todo va bien, Gem Imaging habrá conseguido en unos meses llevar al mercado la primera mini-cámara de gammagrafia, de apenas un kilo de peso y unas dimensiones de 7 centímetros de ancho por 7 de largo y 12 de alto. Nada, si se compara con las cámaras tradicionales, instalaciones que ocupan toda una habitación, que precisan equipamiento eléctrico e informático específico y que tardan hasta 5 minutos en tomar una imagen. La cámara de Gem Imaging se puede conectar por puerto USB a un ordenador portátil y, lo más destacable, obtiene de dos a tres imágenes por segundo, lo que le permite hacer barridos en tiempo real.

Actualmente se está probando en quirófanos de 10 hospitales de España y Alemania, donde evalúan las aplicaciones del desarrollo. La principal es su uso para localizar el ganglio centinela de mama, de pulmón y de melanoma, así como para comprobar inmediatamente después de la extirpación de un tumor que la zona esta limpia. Este uso "inmediato" de la mini-cámara y la posibilidad de poder ser introducida en un quirófano sin que suponga un estorbo por su pequeño tamaño es lo más novedoso del sistema.

Dos de las principales aplicaciones de la mini-cámara son la detección del ganglio centinela de mama y el uso en quirófano

El origen

En 1998, después de haber estado durante 7 años en el CERN, 5 en los Estados Unidos (en el Massachussets Institute of Technology y en el Fermilab, dos de los centros más prestigiosos en el campo de la física elemental), el físico José Maria Benlloch regresó a España, al Instituto de Físicas de Partículas del CSIC en Valencia. Hasta entonces su trabajo se había desarrollado en grupos internacionales dedicados a la búsqueda de partículas elementales.

De vuelta en España, empezó a madurar la idea de aplicar sus conocimientos de física elemental a las aplicaciones médicas, para lo cual constituyó el grupo de física médica y construyeron la primera mini-cámara gamma. "Las cámaras convencionales usan un gran cono de plomo, como un embudo, y son instalaciones muy grandes", detalla. "Me parecía un mal uso, un exceso de aparato para el diagnóstico en órganos pequeños como la glándula tiroides o el riñón".

El investigador del CSIC Jose Maria Benlloch

Con esa idea y la firme intuición de que una mini-cámara podía hallar su espacio en el mercado, acabaron el primer prototipo en 2001 gracias a un proyecto NEOTEC del entonces Ministerio de Ciencia y Tecnología. Después empezaron a buscar empresas que quisieran comercializarla y ahí llegó la primera sorpresa: "ninguna estaba interesada", recuerda Benlloch. Las razones aducidas por las empresas eran diversas, como que "no había mercado para un producto así o que iba a ser muy difícil comercializarla".

Eso fue lo que llevó a este experto a plantearse él mismo la creación de la empresa. Pero aún así, necesitaba a alguien que conociera el mercado. Contactó con Daniel Peris, empresario que había estado al frente de otras dos empresas de tecnología electromédica. "La idea me gustó",explica Daniel Peris, "y en 2002, con un capital inicial de 3.000 euros, constituimos la empresa con sólo dos personas, yo mismo y un colaborador de José María, Noriel Pavón, que había trabajado con él en el desarrollo de la gamma cámara".

La empresa se ha hecho cargo de todos los aspectos burocráticos y de comercialización: acudir a ferias ha resultado útil para conocer a distribuidores

Patentar, conocer el mercado y buscar financiación

Una de las tareas inmediatas de Gem Imaging fue seguir la investigación conjuntamente con el equipo del CSIC y patentar todos los desarrollos subsiguientes, hasta llegar al prototipo final. Y es que, explica Benlloch, "como desconocíamos el mundo de las patentes, habíamos publicado resultados de los trabajos iniciales antes de patentar", cuando uno de los requerimientos para que una patente sea concedida es precisamente que aquello patentado no se haya hecho publico. Otra tarea de la empresa ha sido hacerse cargo de todos los aspectos burocráticos y de comercialización. Como acudir a ferias, lo que ha resultado útil para conocer a distribuidores, entre ellos el distribuidor alemán que les ha puesto en contacto con los hospitales de Berlín y Munich, y que tiene intención de llevar el producto a ese país.

Gem Imaging ha ido creciendo en personal de forma progresiva y en parte gracias al programa Torres Quevedo del Ministerio de Educación y Ciencia, que subvenciona la incorporación de personal de I+D a las empresas. Otras ayudas con las que han contado en el proceso son un proyecto PETRI de estímulo a la transferencia de resultados de investigación dentro del Plan Nacional de I+D, un proyecto PROFIT de fomento de la investigación técnica del Ministerio de Educación y, con la empresa ya creada, subvenciones del Instituto de la Mediana y Pequeña Industria Valenciana (IMPIVA) y ayudas a la investigación precompetitiva que concede el CDTI (Centro para el Desarrollo Tecnológico e Industrial).

La financiación se ha completado con créditos bancarios, participaciones sociales, socios y empresas de capital riesgo. Por este lado no ha habido demasiados problemas. La obtención de ayudas públicas, explican ambos, "ha facilitado además la solicitud de créditos bancarios y, por otro lado, las empresas de capital riesgo ven con buenos ojos la marca CSIC, así que arriesgaban".

Tras seguir con la investigación, desarrollar cuatro prototipos, e ir adecuando el producto y el proceso de producción, a mediados de junio de 2005 consiguieron el marcado CE, lo que ya les permite vender la cámara ya a toda Europa. El marcado CE indica la conformidad del producto con las directivas que le afectan por tipo de producto, en este caso un instrumento de aplicación en el campo de la sanidad. Ha sido, coinciden en ello tanto Benlloch como Peris, la parte más laboriosa, tediosa y complicada de todo el proceso. Entre otras cosas, implica desarrollar e implantar un control de calidad en la producción y en el diseño, elaborar un análisis de riesgos y su correspondiente plan de gestión de riesgos y, quizá lo más complejo, establecer los mecanismos de trazabilidad del producto para que, en caso de error, se pueda detectar rápidamente su origen y arreglarlo o detener la producción. La trazabilidad supone que todo, hasta el tornillo más pequeño, tiene que estar controlado desde que llega a la empresa hasta que sale.

Una respuesta rápida al mercado

Tras el marcado CE, se plantean pedir la autorización a la agencia sanitaria de los EEUU (Food and Drug Administration, FDA). Pero van por pasos. Ahora mismo están recibiendo las impresiones de los hospitales que han probado el sistema (entre otros, el Hospital Clínico de Barcelona, el Clínico de Valencia y el Instituto Valenciano de Oncología). Tras este periodo de pruebas se detectan posibles fallos. En este sentido, "nos hemos dado cuenta de lo importante que es una respuesta rápida al mercado". En su caso, una respuesta rápida ante posibles fallos del software que acompaña la mini-cámara, para lo cual están incorporando a más gente (actualmente la plantilla cuenta con cinco investigadores). "Es muy importante tener a buenos informáticos", afirma Peris. Los que tienen provienen casi todos del mundo de la investigación. Y desde que salieron de su centro o universidad, "están recibiendo constantemente ofertas de otros sitios".

Daniel Peris.

Ahí surge otro de los problemas de las empresas de base tecnológica: la necesidad de personal muy cualificado. "Si quieres mantenerlos", apunta Peris, "hay que pagarles bien" y eso es difícil en la primera etapa de la empresa cuando no hay retorno económico. Porque aun habiendo obtenido el marcado CE, calculan que tardaran unos seis meses mas en empezar a vender. Y de momento llevan invertidos, entre fondos propios, subvenciones y proyectos, capital riesgo y créditos bancarios, unos 800.000 euros. Por si eso fuera poco, no sólo debe ser un personal bien preparado sino que, además, debe funcionar bien como equipo. "La selección de personal", admite Peris, "es una parte muy complicada en el proceso".

En cambio, aspectos como la producción ya no les preocupan en estos momentos. "En este sector el problema está en la primera parte, la de definir el producto", dice Daniel Peris. "Cuando ya has establecido bien lo que quieres que te manden los proveedores, y esta todo el protocolo establecido, entonces no hay problema". Por otro parte, tampoco es un aparato de gran consumo así que no tendrán que fabricar muchos: con una mesa de montaje y tres personas cubren bien esa parte. "En realidad, la parte más complicada será la comercialización, la distribución y todo lo relacionado con el software del producto", apunta el empresario. "Y dar una respuesta rápida a los clientes".

Una característica de las empresas de base tecnológica es la necesidad de personal muy cualificado.

Se necesita una reforma fiscal

Actualmente están manteniendo conversaciones con las administraciones sanitarias de las comunidades autónomas para presentar la gammacámara. "Es imposible saber si el producto tendrá éxito", reflexiona Peris, "incluso haciendo planes de empresa y previsiones de todo". Una mayor inversión tampoco significa más éxito porque a la hora de la verdad puede pasar "que un producto llegue demasiado pronto al mercado, o demasiado tarde, o que le salga un competidor inesperado.

Aun así es importante arriesgarse. Por un lado, porque en Europa, casi toda la investigación está en las instituciones públicas y, por otro lado, porque la cultura europea es muy conservadora y las empresas no invierten como las americanas -que se arriesgan más y en proyectos, a veces, "muy peregrinos". Ambos expertos coinciden en que sería buena una reforma fiscal que impulsara la inversión. También las instituciones públicas deberían apostar más en estas empresas. Los organismos públicos de investigación no deben convertirse en empresarios, dicen, pero sí favorecer que se creen estas empresas con diferentes formulas: desde entrar como inversor hasta participar con fórmulas alternativas. "Hay que estudiar cada caso; lo que sería un error es tratar todos los casos de igual forma".

En ese sentido, una de las ayudas que se revela fundamental es la que aportan las oficinas de transferencia de tecnología -"la del CSIC en Valencia" apuntan ambos "nos ha dado todo el apoyo desde el principio; prácticamente nos han llevado de la mano diciéndonos a cada paso las ayudas que debíamos solicitar y lo que debíamos hacer". Del Centro de Desarrollo y Tecnología Industrial (CDTI), por su parte, apuntan que "te obligan a revisar cada parte del proyecto, a rellenar muchísimos papeles y planes". Todo lo cual es bueno, afirman, porque no se puede ir improvisando y hay que tenerlo todo previsto.

M.Fernández