Una radiografía del interior de los volcanes de la Garrotxa

Una investigacion liderada por el Instituto de Ciencias de la Tierra “Jaume Almera” del CSIC ha aplicado la tomografía de resistividad eléctrica para “radiografiar” la estructura interna de tres volcanes de la Garrotxa, en Cataluña.  El método puede proporcionar información sobre la dinámica eruptiva pasada de los volcanes, y ayudar a predecir la actividad futura de la misma zona volcánica.

Los volcanes analizados, el Pujalós y el Monsacopa, ambos en Olot, y el Puig d’Adrí, en Canet d’Adrí, son monogenéticos. Los volcanes monogenéticos son aquellos que se forman durante una única erupción, que suele durar desde unos pocos días hasta semanas. En cuanto la erupción finaliza, el volcán no entra en erupción nunca más. “Su corta vida y su menor tamaño ha hecho que se les preste poca atención -frente a los grandes volcanes poligenéticos (que pueden entrar en erupción repetidas veces) como el Teide o el Stromboli, y que son popularmente vistos como más emblemáticos y temibles”, explica la volcanóloga Stéphanie Barde-Cabusson, que ha liderado el trabajo en el Instituto de Ciencias de la Tierra “Jaume Almera” del CSIC, donde era hasta hace poco investigadora posdoctoral contratada (JAE-DOC).

Primeros minutos de la erupción con la que nace un vocan monogenético ‘parásitario’ en la cima del cráter Piton de la Fournaise (Isla Reunion, Francia), en agosto de 2006. Derecha: erupción de otro volcán monogenético ‘parasitario’ sobre un flanco del Piton de la Fournaise, en julio de 2006. Crédito fotografías: Stéphanie Barde-Cabusson.

Sin embargo, la corta vida de los volcanes monogenéticos no significa que su dinámica y estructura sean sencillas, ni que su peligrosidad sea baja.  El experimento, cuyos resultados se han publicado en Geophysical Research Letters, es una de las primeras  exploraciones del interior de los volcanes y la primera vez que se hace aplicando la tomografía de resistividad eléctrica.

La tomografía de resistividad eléctrica se basa en enviar una corriente eléctrica al subsuelo y recogerla cuando vuelve a la superficie. “La electricidad se modifica al pasar por diferentes materiales, que tienen diferente resistencia al paso de la electricidad. Esto nos permite deducir los  materiales que forman el interior del volcán, y su estructura”, detalla Barde-Cabusson.

El experimento ha supuesto un importante despliegue técnico. Se ha utilizado una red de 48 electrodos que trabajaban por pares (dos enviaban la corriente eléctrica y dos la recogían). Las señales eléctricas recogidas han sido procesadas por un software específico para obtener una imagen del interior de cada uno de estos volcanes. Los datos experimentales se han complementado con medidas de estudios anteriores y se han comparado con observaciones geológicas de la superficie del volcán (según el tipo de roca que lo forma, se puede saber el tipo de erupción que dio paso al volcán).

Preparativos para realizar la tomografia de resistividad eléctrica a los volcanes. A la derecha, uno de los electrodos de acero inoxidable conectados al suelo y al cable eléctrico. Crédito fotografias: Xavier Bolós

“Comparando nuestros resultados con observaciones geológicas en la superficie se pueden interpretar las imágenes del subsuelo para entender la continuación subterránea de los depósitos volcánicos y la estructura interna de estos volcanes”, añade la investigadora.

Los volcanes se han podido explorar hasta una profundidad máxima de 100 metros, lo que cubre casi la totalidad de su estructura, y con una resolución máxima de 10 metros.

Dos de los volcanes estudiados, el Puig d’Adrí y Monsacopa, han mostrado tener una estructura compleja con depósitos estromboliano (correspondientes a erupciones de peligrosidad baja) y depósitos hidromagmáticos (que corresponden a una actividad más violenta), lo que indica que ambos se formaron con erupciones de ese tipo.

Una de las observaciones principales es una columna de resistividad distinta, en el volcán Puig d'Adri. Los científicos creen que se trata del antiguo conducto eruptivo. “Que sepamos es la primera vez que se observa tal detalle en un estudio geofísico sobre volcanes y es interesante porque permite localizar con precisión el punto emisor de la erupción”, apunta Stephanie Barde-Cabusson.  

Este método puede ayudar a entender y pronosticar la actividad futura de la misma zona volcánica.

Este método puede proporcionar información sobre la dinámica eruptiva pasada de estos volcanes, y ayudar a entender y pronosticar la actividad futura de la misma zona volcánica. “Los volcanes monogenéticos suelen aparecer en grupos, en campos volcánicos de varios kilómetros cuadrados. Se pueden formar a lo largo de fisuras en el suelo, y en varios puntos pueden formarse volcanes en muy poco tiempo, con días o años de diferencia”.

Sobre la zona volcánica de Olot, donde se han realizado los trabajos, esta científica recuerda que se trata de volcanes jóvenes: “Sólo tienen 10.000 años. Se dice que con menos de 10.000 años una zona volcánica aun no está extinguida, sólo está dormida”, concluye la vulcanóloga.

En el trabajo también han participado investigadores de la Universidad de Barcelona y de  la Universidad Politécnica de Cataluña.


Barde-Cabusson, S., X. Bolós, D. Pedrazzi, R. Lovera, G. Serra, J. Martí, and A. Casas (2013), Electrical resistivity tomography revealing the internal structure of monogenetic volcanoes, Geophys. Res. Lett., 40, doi:10.1002/grl.50538.

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